RESULTA
Resulta que me cansa la espera;
el teléfono con su mudez metálica,
el día con su estallido de tedio,
la noche silente alrededor de mi cama.
Resulta que me cansa el tic tac del pensamiento;
la mañana con sus mismas legañas,
la taza de café endulzada de olvido,
toda la porquería que la tv te presenta
y con carcajadas
huecas martillea tus sentidos.
Resulta que me aburre este vagar
por el orbe sin rumbo;
me voy, hago algo, espero,
y al finalizar cada mes de infortunio
aún no resuelvo nada.
No encuentro la palabra necesaria
para acabar esta angustiosa espera;
un ruido que me estremezca,
un llanto que me acongoje,
unas manos que me acaricien
o una voz que me informe
que aún estoy viva.
Nada resulta
fascinante;
la misma mirada oblicua del astro
cubre los caminos envejecidos,
la misma monotonía.
Hay un manipuleo asqueroso en los medios comunicativos,
entra por tus oídos y te invade la médula y los huesos.
Y vivimos en aislamiento para que nos dejen pensar.
Alguien nos trata como marionetas
y nos hace saltar cada día en la misma dirección.
No hay posibilidades de un cambio positivo en el mundo,
un estate quieto a los abusivos y aprovechadores.
Todo marcha por un sendero trazado desde lejos,
y cada vez nos tropezamos con la misma piedra
pues alguien se encarga de ponerla en el camino.
Hay en el aire una maquinaria que lava cerebros
como coches de alquiler.
Y seguiremos así porque estamos dormidos,
porque despiertos vemos un falso horizonte,
porque sólo la muerte nos espera más allá de la razón.
Y el paisaje es una treta para que sigamos así.
Unos, esperando que pasen los años,
Otros, que alguien los socorra.
Algunos se conforman esperando paraísos especiales,
y los más que se revelan, deben protegerse
en voluntarios confinamientos.
Por eso, estoy cansada,
cansada de una espera
que se alarga como calle sin salida,
y en medio de mi desventura
estás tú, sin nombre, sin rostro, sin palabras,
tú que no vienes.
Tú que me abandonas en esta terrible soledad
de no saber qué decidir sin tu presencia,
sin saber qué decir en esta interminable monotonía,
esperando despertar y descubrir que todo es diferente,
que todavía se puede pensar libre,
se puede volar sin trabas,
se puede vivir en armonía,
y morir contento de haber vivido
con derechos elementales de ser humano,
no con un número en tu espalda, registrado
como gusano en la computadora del imperio,
una cruz roja o negra,
un pobre y rarísimo espécimen.
Resulta que me cansa la espera,
pero sé que seguiré así hasta que me rescates
o me disuelva en esta angustiosa soledad.
Resulta que me cansa la espera;
el teléfono con su mudez metálica,
el día con su estallido de tedio,
la noche silente alrededor de mi cama.
Resulta que ya me cansé...