EL HIJO QUE NO VENDRÁ
He pintado a nuestro hijo con tus colores y formas.
Al hijo que no vendrá le he hablado de su padre
y te vaya conociendo, como yo te conozco.
Pienso ya sabe de ti, te reconoce en su silencio.
Sé que sus ojos tienen el reflejo de tu calma,
la ternura de tu mirada
y en su voz la magia de tus palabras.
¡Ay! De mi hijo que no nacerá.
Hijo sin días, sin camino, sin mañanas ni atardeceres,
mi hijo sin futuro.
¡Ay! De mi niño, de tu niño, no podrá mostrar nunca
su rostro imaginado.
¡Ay! Del hijo que no vendrá y sin embargo vive
en nuestros pensamientos.
Hijo mío... Tan tuyo, tan mío.
Se derrama el amor que tenemos para ti,
la ternura y ansiedad de tenerte,
arrullarte.
¡Ay! De mi pobre hijo que no nacerá,
de mi niño que no verá la luz del día
ni escuchará el canto de los zorzales,
la música de los grillos,
vivirá por siempre en nuestros pensamientos.
¡Ay! De mi niño tan deseado,
dormido te hayas en el manantial eterno.
¡Ay, del hijo! El hijo… que no vendrá.