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TANGO que no me queda
Ya no me queda
ni un todo a media luz,
o una partitura cualquiera
que fuera balada de amor,
suspiro, o razón
para creer
que veinte años no es nada,
ni sobretodo que me cubra,
ni canción alguna desesperada.
Pasan las mañanas destempladas
como por un túnel en blanco y negro.
Están las campanas, compañero,
tocando a funeral perpetuo.
Las gentes toman cada centímetro
de acera, y una niebla densa
se los va tragando, tragando.
Ya no sé si volver con la frente marchita,
si ahogar esta lejanía en mate,
saltar al vacío varias veces
desde el balcón de mi apartamento,
no sé..., vivo en el piso primero,
o perder por una cabeza
este tango arrabalero.
Ya no me queda
ni un todo a media luz,
o una partitura cualquiera
que fuera balada de amor,
suspiro, o razón
para creer
que veinte años no es nada,
ni sobretodo que me cubra,
ni canción alguna desesperada.
Pasan las mañanas destempladas
como por un túnel en blanco y negro.
Están las campanas, compañero,
tocando a funeral perpetuo.
Las gentes toman cada centímetro
de acera, y una niebla densa
se los va tragando, tragando.
Ya no sé si volver con la frente marchita,
si ahogar esta lejanía en mate,
saltar al vacío varias veces
desde el balcón de mi apartamento,
no sé..., vivo en el piso primero,
o perder por una cabeza
este tango arrabalero.
