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A ROCÍO L’AMAR
Hospedo entre mis asmas el suspense
de un hallazgo común: la poesía con ojos hacia adentro.
Extraigo la sinopsis de una foto antigua,
y el gris en la primera misa del verbo va sin adjetivar.
Tengo huesos carentes de nariz,
y percibo el asombro de la mano
cuando acaricia la fertilidad,
mientras tiembla la carne igual que una campana hecha de bronce.
El mar, la mar, se hunde en el rocío,
como una lágrima,
el poema, en su grito,
y el verso, que germina en los glaciares
los nidos de gaviota con sus sílabas,
coge las alas
y asoma de agua sal entre los dedos de Rocío L’Amar.
Hospedo entre mis asmas el suspense
de un hallazgo común: la poesía con ojos hacia adentro.
Extraigo la sinopsis de una foto antigua,
y el gris en la primera misa del verbo va sin adjetivar.
Tengo huesos carentes de nariz,
y percibo el asombro de la mano
cuando acaricia la fertilidad,
mientras tiembla la carne igual que una campana hecha de bronce.
El mar, la mar, se hunde en el rocío,
como una lágrima,
el poema, en su grito,
y el verso, que germina en los glaciares
los nidos de gaviota con sus sílabas,
coge las alas
y asoma de agua sal entre los dedos de Rocío L’Amar.