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sábado, 12 de julio de 2008

ALEXANDRA DOMINGUEZ, Concepción, Chile

"FLORES PARA WILDE"
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No lo olvides, Benvenuto Cellini las hubiera hecho fundir en plata,
no son rosas, son las palabras de mi padre defendiendo a Wilde,
en el cementerio de Pére Lachaise hoy cuatro de octubre, otoño.
Carezca de sentido la flor en el ojal,
guarde su tijera de plata el jardinero,
carezca de razón el capitán de un barco.
Pueda de la mano de mi padre regresar esa sombra al Tribunal,
defender su guante blanco ante la reina, ser nombrado lord
por sufragio universal de todos los fugaces astros de la noche.
Declaren ante el juez los días lunes, acuda de testigo el mar de Irlanda,
jure la Luna por su noche, jure por su honor el Sol sobre un sombrero.
Diga cada cual ante la Corte quién más alto en la rama de los hombres,
quién en letra de escribir más tinta de soñar,
quién más solo náufrago bajo el mar del cielo,
dilo tú, notario triste comedor de polvo,
dilo tú, anglicano gris pastor de lobos.
Hay en la Prisión de Reading un panal de pájaros,
hay una boquilla de marfil en cada mesa de París junto al café,
hay una gota de tinta azul en el manifiesto de lluvia del otoño.
Vuelva de la mano de mi padre a su bella verdad la absuelta sombra,
brote de la niebla un carro de caballos, salga de nuevo al escenario,
lo aclame el tapiz rojo, lo aclamen las butacas de números impares,
la última comedia de la muerte ha terminado.

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