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lunes, 10 de junio de 2013

Marianela Puebla, Valparaíso, Chile









LLAMÁNDOTE

Quiero que se escuche mi voz a largo alcance,
llamándote noche y día con desconsuelo.
Tu nombre sale de mi boca lleno de melancolía
y se va rumbo forastero.

Tú has dejado mi corazón adherido a tu abrazo
y junto al alero de la ventana
se desangra mi espera en lágrimas que las lleva
la noche por calles plateadas.
Sigo el aroma de tu partida y me voy en pos
de las estrellas, tal vez encuentre un indicador
de tu rastro.

Se envejece el pensamiento encerrado en el laberinto
iracundo de tu desamor.
Aún llevo  el pañuelo de la esperanza
atado al último encuentro.
Aún estoy junto al umbral de la certidumbre
secando  dudas del desamparo.

La noche cae con sus cuchillos de plata
y  llena mi senda de dolorosos recuerdos,
deambulan mis llamados entre los brazos de la niebla
y se van cruzando mares sin encontrar respuesta.

Llamándote
Soy sólo una huérfana taciturna que baña el olvido
con sus húmedas y gélidas manos.
Mi voz es sólo un gemido vagabundo que golpea los cristales
sin atreverse a salir por miedo a perder el camino de regreso,
como tú lo has borrado de tus pensamientos.
A veces me alejo tras tus pasos imaginando huellas
que a propósito dejas a lo largo de tu repentina partida.

Pienso que es solo un juego
que  no te has ido,
es como una forma de llamar mi atención,
y al cerrar los ojos vienes a mí
y dejas un beso rozando mis labios.

Mas, la cruel realidad rasga las tinieblas que me rodean
y muestra el desamparo reinando en un nido deshabitado.
El beso es solo la  sombra
de la llovizna, que no cesa de caer.

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