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martes, 4 de marzo de 2008

DANIEL DE CULLA, Acapuerca, España
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"LAS MIL Y UNA PICAFLOR PARA ERIN DAYE"
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Quise ser picaflor de dientes blancos
Puros, limpios, tersos
Abriendo bien la boca
de grandes y pequeños labios
De Erin la pornoestrella
La esotérica diosa
Que iluminará la Nación americana
Con mil y una velas
Mañana, diecisiete de mayo.
Y en esta corte celestial de dioses
Yo , hermano de Príapo en osadía
Aunque no vaya
A nadie ceder quiero mi puesto
Pues mi amor es republicano
Y de la Ribera del Duero.
No hay subvención. No hay viaje
A Columbus , Ohio.
Erin Esotérica no me ha llamado
Y ahora me ando como un santo padre
Cometiendo acciones pías
de Onán bien obscenas
metiéndola donde los sacerdotes
la metieron en sus templos.
Erin es una santa, una diosa del Amor
Ved si no su milagro:
¡Va a hacer una tortilla con 2002 huevos¡
Que creo es más noble y más humano
Que lo que hace su presidente
En convertir la sangre de Irak
En sucios dólares y petróleo
O como lo hacen por acá
De los partidos grandes los especimenes
Que para conseguir una Alcaldía
Una Presidencia, una tiara o un capelo
Abusan de los muertos.
Qué chasco. Por esta vez me chuparé el dedo.
Pero he aquí el milagro
de porqué quería ir yo a Ohio:
La Diosa Erin Esotérica
Que está como el AVE
Se me apareció una tarde entre zarzales
De la mano de Leonardo Davinci
Muchos pueblos, me dijo
Recorriendo y rodeada a ambos lados por
Kiki de Montparnasse
La carnal musa de Man Ray
Por Deborah Addington
Enseñando en su mano derecha un ejemplar
De “Una mano en el matorral. El Fino Arte de Modelar la Vagina”
También, de Annie Sprinkle
Con su “Amor y besos de Annie Sprinkle”.
La diosa me dijo que tenía que Ir
Que fuera. Que ella quería saber
Del embutido de Burgos, en especial de La Ribera.
Que le escribiera una carta.
Y nos dejó. Leonardo me cogió de la mano.
Era tarde y me llevó a su pabellón
Donde acostados me enseñó de su código de barras
Diciéndome muy fiero entre risas y besos
Que Erin Daye era su Gioconda
Que Luis Aragón se había inspirado en ella
Para su libro “El Coño de Irene”
Y lo mismo Oscar Wilde y Aubrey Beardsley
En su “Salomé y Bajo la Colina”.

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