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viernes, 4 de enero de 2008

ANA CHEVESKI, Guichón, Paysandú, Uruguay
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”ORACIÓN PARA EL DIOS MACHO”
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En el tiempo en que creaste todas las cosas
creaste el sol
y el sol nace y muere y sale de nuevo.
Creaste la luna
y la luna nace y muere y sale de nuevo.
Creaste a la mujer
y la mujer nace y muere y ya no sale de nuevo
y se convierte en lobizona
y los días de sol
nace y muere y resplandece
en el lado oscuro del mundo
montada en su estrella
bella.
...
Si uno pudiera morir como quisiera
sería muy fácil morir cada uno.
Sería muy grato.
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Vigila tus caballos.
Yo soy muchas veces
una ladrona de potros sin cabalgar.
Y aunque soy una pobre lobizona
mi cara se enciende con el robo
mientras la noche es todavía joven.
Mi cara se enciende con el canto.
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La luz es aquí abajo. El frío es allá arriba.
La carne camina como una cuchilla
bajo la luna.
La luna camina como la carne
sobre una cuchilla.
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¡Niebla! ¡Relámpagos! ¡Torbellino del augurio!
La Vía Láctea está allí.
Las piedras están sonando.
El viento mueve la hierba.
Estamos aburridas de nuestros vestidos humanos.
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En la gran noche
mis garras saldrán afuera.
Las sombras vienen hacia mí cribando.
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El mar está arriba
y la luna también.
Las estrellas nadan conmigo en derredor.
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En tiempos pasados el saber de las hembras
brilló en toda la tierra.
Encandiló al macho.
Ahora resplandece en las fauces de lo que va viniendo.
Y es pensamiento y memoria.
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Mujer antigua de rostro encendido
gran tajo de oro por quien
sobre la tierra estoy parada.
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Podrías desgarrarlo todo como un león
en vez de eso te acercas cautelosa como una liebre.
Podrías ser destructora, fuerte como un árbol.
En vez de eso eres flexible como planta.
Podrías igualar las olas del mar
en vez de eso eres profunda como un remanso.
En vez de andar con llavero y escudo
alzas el vuelo como mariposa.
Podrías presentarte como un primogénito
y en vez de eso eres semejante a gata de siete lunas.
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Ya empezó a haber gente. Pero no tienen huesos ni fuerza.
Son como gusanos y lombrices.
Y hasta los gusanos:
también ellos se aman.
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Entonces se formó el séptimo mundo.
Ahora comenzaba a formarse sangre.
(En la desgarradura se conoce el camino de las garras:
juntitas siguen para abajo).
Pero no había tierra aún.
Aún no había amanecido.
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¡Qué resplandeciente la luz de la luna!
Mientras cabalgo esta noche cargada en mi carne.
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Con las manos recogidas contra el pecho
aunque pedazos nos quedan
unas a otras recelamos
las mujeres que cortan el pelo a las niñas
las mujeres que van a sentarse de nuevo
las mujeres que les quitan el pañuelo a las niñas
las mujeres que les ponen las tijeras en la cabeza a las niñas
las niñas que les ponen de nuevo el traje a las mujeres
y con el pañuelo se cubren bien
y son trocadas por un camello blanco
o un escudo de Tarma
o por un rebaño de antílopes de Kita
o un cinturón rojo de Jerba
o por racimos que acaban de madurar
en un valle de donde es oriundo
el hilo en el que están ensartados los brillos de sus collares
del que están colgados los talismanes
que relumbran sobre el pecho de los machos.
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La lechuza silbó
y habló de la estrella montada sin vértigo.
Silbó otra vez
y habló de la aurora nocturna de los huesos.
...
Mis lágrimas han corrido por la cara y los pechos
y la tierra las chupó.
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Mi boca es sagrada.
Todas las cosas son sagradas.
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Pintaré la tierra en mi cuerpo.
...
¡Despréciame todo lo que quieras!
...
El alimento que tú comes está hecho de ojos humanos.
Las tazas que usas son calaveras humanas.
Las herramientas que utilizas son manos humanas.
Despréciame todo lo que quieras.
¡Nadie te desea!
.......
De Visiones de lobizona, 1989

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