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martes, 1 de enero de 2008

JOSE RAMÓN MERCADO, Ovejas, Sucre, Colombia
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“BALADA DEL FORASTERO”
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xxxxxxxxCada poeta vive la memoria
xxxxxxxxde sus ancestros
xxxxxxxxJorge Luis Borges
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Yo soy el forastero que ingresa a la ciudad
Por mis propios pasos me conozco
Soy de tan lejos como el silencio inexplicable
Como las palabras y los signos
Como la noche tambaleante
Como la tierra y la alegría que han muerto
Y la distancia de las manos que se bifurcan
Y la sazón y el pan duro que como
Y el cielo remoto que lo niega
Y el asombro que cabe en el reflejo de los charcos
Y el miedo destazado como témpano de escombro
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Soy de tan lejos como el canto y los pájaros
Como la casa y el silencio y el agua que se fuga
Y el sueño y la agonía atónita
Y el cielo que sangra en contraluz
Y el sol que emigra en la última sombra del día
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El regreso a la ciudad me torna forastero
En el instante justo del miedo cotidiano
Sin embargo aquí vivo sin cambiar de casa
Ni de barrio ni de música ni de talante
Soy el que abre siempre con su voz minúscula
Cada día las puertas de la ciudad
Dueño de sí mismo sin una canción antagónica
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“PLAZOLETA INTERIOR”
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La escobilla florecida presencia la cruz de la plazoleta
Los tomillos callados la garganta de piedra
El olor de matarratones en la siesta del mediodía
Las campanillas suben la colina
Atisba la piedra silenciosa de los quicios
Hay un sabor a marisma en la brisa quieta
Al pie de la colina está la ciudad y sus voces
-Solitaria como un pájaro muerto en el aire-
Los techos rojizos y la cruz del tiempo agonizan
La iglesia roza el cielo desde lejos
Y la luz violeta de cada tarde que huye
Corta el canto de los sangretoros de regreso
La cruz huele a rosa quemada cada tarde
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El viento es una letanía misteriosa
De antiguos amores suspendidos en el tiempo

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